Algún profesor de estadística de alguna universidad habría dicho que “a las estadísticas hay que ahorcarlas hasta que confiesen”.
Puede que sea una leyenda urbana, pero no por eso la ironía carece de cierta verdad: un mismo número puede servir para decir dos cosas distintas. Y el color político de quien los utiliza los llena de uno y otro significado.
Por ejemplo, decir que el 80% del comercio automotriz es con Brasil le sirve al Gobierno como argumento de cómo la integración llegó a tal nivel con uno de los nuevos países “sensación” del mundo, y al mismo tiempo para hablar de cómo se diversifican las exportaciones y cómo la industria coopera en ese sentido.
Para los que están en la vereda de enfrente del Gobierno, en cambio, se inclinan por calificar esto como una nueva dependencia de un mono-cliente, y que con esto se desatienden mercados que se habían abierto en su momento, como el de México.
Nuestra conclusión es que los Estados (argentino, brasileño, mexicano…) no venden autos, sino que lo hacen las automotrices. Las terminales deciden planes de expansión y retracción, de integración productiva en función, siempre, de la máxima rentabilidad y de los contextos estructurales más favorables.
El caso de la industria automotriz es el mejor referente de las exportaciones argentinas actuales. El Gobierno anunció recientemente que la balanza comercial con el principal socio del Mercosur logrará un nuevo techo: US$ 34.000 millones. De ese volumen, el 80% corresponde a un intercambio de productos industriales.
Quienes prefieren detractar la política oficial señalan que, en cambio, las exportaciones con
En cada declaración oficial y de la oposición se dejan entrever al menos dos modelos diferentes de matriz productiva y exportadora argentina: la oficial, industrialista, que señala que
Así, se hacen eco del reclamo europeo, que pide “carne”, por ejemplo. Lo que no dicen es que Europa siempre impondrá su poder de compra y determinará siempre el mínimo valor agregado a la producción argentina porque –salvo por el dulce de leche, tal vez- no hay alimento argentino que no tenga un homólogo europeo amparado por la política agrícola común (PAC).
De ahí que se fogonee el intercambio con Brasil, administrado como es, a través de acuerdos sectoriales privados que se hagan eco de la integración productiva querida por ambos gobiernos.
Brasil es hoy, para
Además de la industria automotriz, otras cadenas complementarias entre ambos países son la de autopartes, la del calzado y la industria textil, la del cuero, la de los materiales de la construcción, y la del petróleo y gas.
Nuestra percepción es que todavía es una relación en pañales. Brasil, por ser el socio natural mayor, debe continuar con su senda de inversiones en los países del Mercosur, no sólo en
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