jueves, 25 de noviembre de 2010

Para el Banco Mundial, mejoró el clima de negocios en la región

América latina mejoró en 2010 su clima de negocios de cara a 2011 según el último informe del Banco Mundial y de la Corporación Financiera Internacional denominado Doing Business 2011.

El trabajo concluye en que 12 de las 20 economías latinoamericanas introdujeron cambios en sus mecanismos regulatorios para lograr la mentada facilitación comercial y mejorar el clima de negocios.

Perú, el nuevo “mejor alumno” según el establishment internacional de inversores y economistas que siguen de cerca la región, escaló 10 posiciones y se ubicó en el puesto número 36 entre las 183 economías del mundo en cuanto a facilidad para hacer negocios.

La “ventanilla única”, el mecanismo por excelencia propuesto por el Banco Mundial para materializar la facilitación de los negocio, fue la acción que ubicó a Perú por encima incluso de cualquier otro país. Perú también facilitó el comercio exterior vía la digitalización y el intercambio electrónico de datos a través del soporte de Internet.

"En todo el mundo, las buenas prácticas en materia regulatoria se basan en el uso de herramientas tecnológicas", señaló Sylvia Solf, autora principal del informe. "La tecnología facilita el cumplimiento, lo hace menos costoso y lo hace más transparente".

Por su parte, Chile ascendió también 10 posiciones –del puesto 53 al 43- gracias a un nuevo sistema on line para el registro de empresas y el fortalecimiento de los mecanismos de protección de los inversionistas. Asimismo, Brasil mejoró la coordinación tributaria entre las distintas autoridades en materia fiscal en los ámbitos federal y estadual.

A su vez, México se ubicó en el puesto 35. Fue la economía que lideró dentro de la región en cuanto a la creación de un ambiente amigable para los negocios.

Cabe destacar que el informe no analiza cuestiones vinculadas a la estabilidad macroeconómica, la solidez del sistema financiero o los grados de corrupción de una economía en particular, sino más bien las políticas públicas cuyo impacto directo se nota en los niveles de burocracia y transparencia.

Según el Banco Mundial, entre las 40 economías que más han avanzado en los últimos cinco años en esta medición figuran China, Egipto, Nigeria e India, países que reúnen, en conjunto, más del 40% de la población mundial.

Colombia y Perú figuraron también entre las economías que más han hecho por mejorar sus sistemas de regulación empresarial.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Las pymes auguran un buen 2011

Como cada año, el integrador de soluciones logísticas norteamericano UPS, presentó su relevamiento anual de expectativas de los ejecutivos de pequeñas y medianas empresas de toda América latina, el UPS Business Monitor Latin America, realizado por TNS Gallup.

Durante dos meses, más de 800 empresarios dan cuenta de cuál es la sensación térmica percibida para los negocios en 2011. Los resultados fueron contundentes: la economía está mejor en 2010 respecto de 2009, y las proyecciones son más que interesantes para 2011.

Este tipo de informes, que pretenden ser lo menos subjetivos posibles, son claves para los tomadores de decisión e, incluso, deberían serlo también para los políticos.

Que una región como América latina -castigada históricamente por ser la de mayor desigualdad de todo el mundo, y tratada siempre con cierto menosprecio y hasta subestimación por las potencias desarrolladas- ahora esté en boca de todos como el área donde conviene hacer negocios no es mérito solo del poder de compra de materias primas de Asia, ni de la adopción de recomendaciones de las entidades multilaterales de crédito, ni de la suerte.

Tal vez haya sido una cuestión de “tiempos”, y ahora le toca a la región saber capitalizar el potencial que enfrenta.

El 80% de los entrevistados por la encuesta de UPS convino en que su situación mejorará en 2011. Esto es un dato sobre el empleo: crecimiento significa un negocio escalará, y para eso habrá apuestas: inversiones en capital y en recursos humanos.

El consenso económico actual –que debió mancillar la teoría económica neoliberal y de neto corte capitalista que dominó el escenario en la década del 90 y que ahora enfrenta límites para mantenerse vigente- señala que son los números de creación de nuevos puestos de trabajo los que hay que ver en todo el mundo para determinar la salida de la brutal crisis.

No es lo mismo que baje el desempleo a que se creen empleos nuevos. El primer concepto puede esconder los subsidios de los Gobiernos, mientras que el segundo revela que el entramado privado está empezando a moverse de nuevo.

Si América latina promete crear nuevos empleos, ese es el signo visible de que el crecimiento es real. Y puede, también, traer aparejado un mayor valor agregado en la oferta productiva.

El comercio exterior, una de las áreas que mayor énfasis tiene en cuenta el relevamiento, demuestra ser uno de los sectores económicos de mayor vigor. Los empresarios pymes latinoamericanos señalaron como mayor desafío la búsqueda de socios estratégicos en el exterior y la prefinanciación de exportaciones.

Nuevamente, Brasil es a América latina lo que China al Asia: el desarrollo del campeonato mundial de fútbol en 2014 y de los Juegos Olímpicos en 2016 conforman una catarata de negocios del que se beneficiará absolutamente toda la región.

martes, 23 de noviembre de 2010

La industria forestal argentina busca despegar

Si de potenciales desaprovechados puede atestiguar la estructura productiva exportadora argentina, la industria forestal es uno de ellos.

Pero lo más curioso es que también la industria forestal es víctima de una comunicación deficiente que impide que la opinión pública se forme una idea positiva sobre este desarrollo y, aunque no presione, al menos no se oponga “ideológicamente”:

Por ejemplo, datos del sector en el país dan cuenta de que genera medio millón de empleos, entre directos e indirectos, en zonas caracterizadas por la migración de mano de obra a las grandes ciudades.

En segundo lugar, es una actividad sustentable y amigable con el medio ambiente ya que a diferencia de otras actividades extensivas, la forestación conserva suelos y su producción no es contaminante.

Por último, la industrialización de la forestación es ineficiente: sólo la mitad de los 20 millones de metros cúbicos de producción llega a la etapa de procesamiento.

El sector forestal reclama por que le permitan desplegar todas las posibilidades que puede ofrecer. Hoy participa con 2% del producto bruto, y podría duplicar su parte si lograra una superficie de 5 millones de hectáreas de bosques cultivados.

En un mercado preocupado por la sustitución de importaciones y la promoción de exportaciones de mayor valor agregado y de la diversificación de la canasta de productos comercializados en el exterior, el sector forestal se presenta como el eslabón inicial de una cadena productiva riquísima en empleo y en valores unitarios, como el de la madera-mueble.

¿Qué significa contar con volumen disponible y materia prima barata en el principio del eslabonamiento? Que se puede optar por productos seriados, masivos y de bajo precio tanto como productos con diseño y tecnología aplicada.

Para ello no hay muchos secretos. Las inversiones, monitoreadas por el Estado, son claramente claves. Para que llegue el financiamiento sectorial los empresarios del sector reclaman que se modifique la carga tributaria y un mayor apoyo del Estado.

¿Cuál es el punto de partida entonces del potencial forestal argentino? Los recursos naturales, los bajos costos relativos de producción y un mercado interno con crecimiento sostenido.

Y un dato no menor: la disponibilidad del agua.

Esa crisis genera mucha incertidumbre pero también es un nicho de oportunidades para los inversores. Y América latina es una de las regiones que pueden salir beneficiadas”.

En este sentido, el especialista destacó el rol que está jugando la creciente demanda proveniente de China.

Las inversiones extranjeras en el sector forestal en toda la región latinoamericana llegaron, en 2009, a nada menos que 900.000 millones de dólares.

El acuerdo logrado con el Club de París por parte del Gobierno nacional, tantas veces indicado como válvula necesaria para reactivar las inversiones externas, se concretó finalmente en estos días. Y el sector forestal es uno de los casos testigo para ver cómo evoluciona ese flujo de capitales externos en el país

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Lo que los números connotan

Algún profesor de estadística de alguna universidad habría dicho que “a las estadísticas hay que ahorcarlas hasta que confiesen”.

Puede que sea una leyenda urbana, pero no por eso la ironía carece de cierta verdad: un mismo número puede servir para decir dos cosas distintas. Y el color político de quien los utiliza los llena de uno y otro significado.

Por ejemplo, decir que el 80% del comercio automotriz es con Brasil le sirve al Gobierno como argumento de cómo la integración llegó a tal nivel con uno de los nuevos países “sensación” del mundo, y al mismo tiempo para hablar de cómo se diversifican las exportaciones y cómo la industria coopera en ese sentido.

Para los que están en la vereda de enfrente del Gobierno, en cambio, se inclinan por calificar esto como una nueva dependencia de un mono-cliente, y que con esto se desatienden mercados que se habían abierto en su momento, como el de México.

Nuestra conclusión es que los Estados (argentino, brasileño, mexicano…) no venden autos, sino que lo hacen las automotrices. Las terminales deciden planes de expansión y retracción, de integración productiva en función, siempre, de la máxima rentabilidad y de los contextos estructurales más favorables.

El caso de la industria automotriz es el mejor referente de las exportaciones argentinas actuales. El Gobierno anunció recientemente que la balanza comercial con el principal socio del Mercosur logrará un nuevo techo: US$ 34.000 millones. De ese volumen, el 80% corresponde a un intercambio de productos industriales.

Quienes prefieren detractar la política oficial señalan que, en cambio, las exportaciones con la Unión Europea cayeron en importancia de un 20% histórico a un 15%. No ven con buenos ojos la caída de participación del principal cliente (como un todo) de la Argentina. Y mencionan, a colación, el cese de embarques de carne vacuna, por ejemplo.

En cada declaración oficial y de la oposición se dejan entrever al menos dos modelos diferentes de matriz productiva y exportadora argentina: la oficial, industrialista, que señala que la Argentina es capaz de fabricar a gran escala e incluso exportar prácticamente cualquier producto industrial (y las medidas de desaliento a las importaciones reflejan tal declaración), y la opuesta, que prefiere que la Argentina profundice sus capacidades y recursos naturales, las mentadas “ventajas comparativas”, para transformar al país en un “supermercado” de alimentos.

Así, se hacen eco del reclamo europeo, que pide “carne”, por ejemplo. Lo que no dicen es que Europa siempre impondrá su poder de compra y determinará siempre el mínimo valor agregado a la producción argentina porque –salvo por el dulce de leche, tal vez- no hay alimento argentino que no tenga un homólogo europeo amparado por la política agrícola común (PAC).

De ahí que se fogonee el intercambio con Brasil, administrado como es, a través de acuerdos sectoriales privados que se hagan eco de la integración productiva querida por ambos gobiernos.

Brasil es hoy, para la Argentina, la principal fuente de inversión extranjera, y recibe el 10% de toda la inversión que Brasil realiza en el mundo. Son unos 5000 millones de dólares. Además, estas cadenas regionales de valor que de a poco pero de manera sostenida emprenden la Argentina y Brasil son las que le dan vida al Mercosur.

Además de la industria automotriz, otras cadenas complementarias entre ambos países son la de autopartes, la del calzado y la industria textil, la del cuero, la de los materiales de la construcción, y la del petróleo y gas.

Nuestra percepción es que todavía es una relación en pañales. Brasil, por ser el socio natural mayor, debe continuar con su senda de inversiones en los países del Mercosur, no sólo en la Argentina. Brasil necesita a todos y cada uno de los países del Mercosur para legitimar todavía más su posición de liderazgo regional y, en un mediano plazo, su rol de interlocutor global.

viernes, 12 de noviembre de 2010

El revisionismo comercial en la región y la nueva agenda de los Gobiernos

Hasta fines de la década del 70, el crecimiento latinoamericano se basó en la negación del comercio como estrategia de crecimiento. Se creció, sí, pero no sobre la base de un modelo sustentable porque la premisa parecía ser la protección de las industrias nacionales respecto de la importación.

Con muy baja tasa de inversión en tecnología para bajar los costos de producción, más el intervencionismo gubernamental, se entró en los 80 con severas crisis fiscales y una productividad prácticamente estancada.

Cierta mejora hubo, es cierto, con las aperturas unilaterales posteriores porque implicó, del aislacionismo del que se venía, una incipiente participación (o un regreso) en el comercio internacional y el retorno del crecimiento.

La historia comercial latinoamericana demostró que los extremos (cierre de fronteras para proteger las industrias locales, y apertura generalizada a las importaciones) no son sanos: permiten a corto plazo mover las agujas, pero si no se toman medidas de largo aliento el crecimiento logrado no se puede sostener.

La apertura de los 90 dejó como resultado que los sectores que estuvieron más expuestos al comercio internacional tuvieron un desempeño productivo relativo mejor que los sectores protegidos. Siempre en comparación con el estancamiento de la década anterior.

Hubo de hecho cierta diversificación de las exportaciones, dato que los especialistas destacan como estratégico para no depender de la volatilidad del precio de los commodities. Nuevamente, para hacer sostenible esta nueva situación, la participación en la economía internacional no debe provenir sólo del comercio exterior, sino de un mayor ingreso de los capitales externos que financien la innovación y el agregado de valor.

Sigue vigente, no obstante, la pregunta sobre si la apertura comercial funciona. Los organismos multilaterales de desarrollo económico y de crédito “vendieron” la idea de la apertura comercial irrestricta en los 90 como modelo de crecimiento productivo y desarrollo.

Pero en el mismísimo Banco Interamericano de Desarrollo (BID) comenzaron algunos teóricos a reflexionar, con algo de revisionismo histórico, respecto del aperturismo. Y señalan que no existe evidencia empírica ni teórica que sostenga que la apertura comercial pueda resolver todos los problemas de desarrollo en América latina.

Tal vez fue un error de los gobiernos. Tal vez no impusieron normas de control y dejaron todo librado al “azar de los mercados”. Nada reemplaza al rol del Estado, a los buenos gobiernos e instituciones.

Y en este punto, cada Estado debe ser consciente sobre los costos que enfrenta el comercio. Durante mucho tiempo, la única política activa oficial respecto del comercio fue negociar barreras arancelarias. En el nuevo comercio, las barreas están en los nuevos costos: aduanas ineficientes, limitado acceso a la información comercial y un crédito esquivo.

Los gobiernos tienen una nueva agenda para intervenir: no tanto del lado de la protección, sino de la facilitación comercial, de la simplificación de los trámites que hacen al comercio y de la regulación de los servicios de transporte. Hoy, si se deja que los fletes se fijen afuera, por más que se hayan eliminado los aranceles, nuevos costos encarecerán el comercio.

Un ejemplo: en una exportación desde América del Sur a los Estados Unidos, el 20% del valor de esa venta está explicado por tiempos operativos y fletes, y sólo el 8% por los aranceles.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Las pymes, los bancos y el necesario desarrollo estructural

Aprovechar la coyuntura para dar lugar al postergado desarrollo estructural socioeconómico, de forma orgánica, en toda América latina. Ese fue el mensaje que escucharon más de 1500 ejecutivos de bancos de 45 países latinoamericanos, europeos y asiáticos, que se dieron cita en Punta del Este, Uruguay, a principios de noviembre, para celebrar la 44° Asamblea Anual de la Federación Latinoamericana de Bancos (Felaban).

Imposible fue aislarse o dejar de comentar el tendal que dejó la crisis y que tuvo al sistema financiero como lastimoso protagonista. No obstante, y a partir de la fuerte presencia latinoamericana –una de las pocas regiones que creció en 2009, y que lo sigue haciendo en 2010, a razón de 5,2% según las últimas cifras de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal)-, los discursos tendieron a mirar más hacia el futuro.

La región está mejor de lo que pudo estar nunca”, señaló el secretario general iberoamericano, Enrique Iglesias, al tiempo que pidió moderar tanto las visiones optimistas como las pesimistas.

Bancos y América latina tienen algunas asignaturas pendientes. El acceso masivo al crédito para las pequeñas y medianas empresas (pymes), a tasas razonables, plazos generosos y cláusulas no restrictivas es una realidad que se le niega a la región.

Las pymes son el motor de las economías desarrolladas. Son las que generan mayor cantidad de empleo. Y son el sinónimo de valor agregado, innovación y flexibilidad en comparación con las megaempresas.

Podrá haber diferencias en su categorización (cantidad de empleados, facturación) a lo largo del globo, pero lo común en Italia, España, incluso Estados Unidos y América latina, es que las empresas de menor porte son las que hacen más virtuosa la economía.

No obstante, su acceso al crédito, en países como la Argentina, por ejemplo, no es sencillo: continúa instalada la costumbre de pedir las “historias crediticias”, los balances, para abrir una carpeta, en lugar de flexibilizar el juicio sobre cómo se hicieron las cosas en el pasado para priorizar, en cambio, las proyecciones de negocios, la prospección futura que tiene el empresario que acude al banco para capitalizarse.

En el pasado, los bancos han preferido financiar al sector público (a los distintos gobiernos) o incluso compiten por financiar el consumo masivo. Pero la banca de desarrollo económico, que inyecte fondos blandos (y ayude a las pymes a capacitarse para poder aplicar a los mismos) no está extendida salvo contados casos.

Esto podría amenazar el gran futuro inmediato que tiene la región de la mano del ciclo de crecimiento que está protagonizando.

Por ahora, la gran demanda internacional tracciona las economías latinoamericanas.

Pero es necesario que estas economías tomen movimiento propio. Lograr que la oferta “empuje” con más fuerza y vigor de lo que la demanda “arrastra”.

En esto reside la diferencia entre que vengan a comprar y salir a vender. Y en este sentido, los bancos tienen un rol fundamental, necesario e irremplazable en las inversiones productivas.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

La realidad mediterránea de Bolivia y Paraguay

Sin dudas la realidad “mediterránea” de los países puede ser una contra a la hora de desarrollar su inserción internacional a través del comercio exterior.

La historia, además, está llena de casos de “naciones-potencias” gracias a sus poderosas flotas. Los barcos no sólo eran armas de guerra y colonización, sino “canales” de comercio exterior. De ahí el concepto de “marina mercante”. Lo son aún hoy: en todo el mundo, el 90% del comercio se materializa por vía marítima.

Para aquellos a los que la naturaleza, la política y la historia les reservó una ubicación mediterránea, la logística del transporte es un desafío todavía hoy. Las naciones más avanzadas desarrollaron al máximo la navegación interior fluvial para llegar a los puertos de sus vecinos con costas oceánicas.

En América latina, Bolivia y Paraguay, corren esta suerte de encierro. Una parte importante de la pobreza estructural tiene que ver con los mayores costos que enfrenta su comercio exterior.

Bolivia y Paraguay, no obstante, tienen hoy con qué llamar la atención: las reservas de litio del primero (el 50% de las reservas globales) hacen que desde las automotrices hasta las compañías de software operen de manera proactiva para lograr sacar ese insumo rápido y de la forma más barata posible; y Paraguay viene desarrollando una agricultura eficiente de forma muy rápida, y se está posicionando además como proveedor de carne de peso.

Una institución que tal vez no tiene toda la prensa debida en América latina es Iirsa, la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana, que funciona en el seno del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y analiza a fondo las necesidades de desarrollo de los pueblos latinoamericanos.

Con financiamiento disponible, pero que otorga según las prioridades, Iirsa podría hacer los esfuerzos necesarios para viabilizar la construcción de un puerto de aguas profundas en el Uruguay, en el marco del Urupabol (Uruguay, Paraguay y Bolivia), una mesa de debate donde se trató el tema a nivel de cancilleres.

Uruguay, lo dijimos aquí varias veces, quiere posicionarse como el enclave logístico por excelencia del Mercosur, y enriquecerse con la provisión de este tipo de servicios. Y su ubicación es clave, gracias a la hidrovía Paraná-Paraguay y al río Uruguay, para poder funcionar como autopista para la entrada y salida de productos a Bolivia y Paraguay.

lunes, 1 de noviembre de 2010

El rol de las aduanas en el comercio exterior

Son muchos los andariveles por los que viaja el comercio exterior de un país.

Está, por ejemplo, el principal, que tiene que ver con la política que define cada Estado: promover una canasta de sectores, con ayuda financiera y protecciones arancelarias.

Está el otro, que tiene que ver con la cultura crediticia de cada mercado: no hay proyecto empresario exportador que pueda sustentarse eternamente sobre la base del autofinanciamiento. Sin bancos ni mercado de capitales, con líneas innovadoras y avales suficientes, la escalada productiva se complica.

Está aquel que tiene que ver con la infraestructura física y la correcta instrumentación de las políticas intermodales: sacarle el jugo a los distintos modos de transporte, a los más eficientes por modo, distancia y tipo de cargas (por ejemplo, los granos por vía marítima; las frutas perecederas, por avión). Y la inversión en rutas, vías y dragados.

Y por último, y casi volviendo al primer punto, está el de la facilitación del comercio: a menos trámites burocráticos, instancias de permiso y autorización y mayor tratamiento “espejo” (regional/global) entre los distintos departamentos gubernamentales que hacen a la entrada y salida de productos, más facilitación del comercio.

En este sentido, las aduanas de los países cumplen un rol clave. Hay países que aprovechan estas dependencias como meros organismos recaudatorios. Otros, que potencian su rol de control de la evasión, el fraude marcario y la lucha contra el narcotráfico.

En realidad, las aduanas tienen que cumplir con todos estos roles y, encima, hacer fluido el movimiento de mercaderías, casi como socios de los importadores y exportadores.

En estos días, los agentes de aduanas de 20 países de América latina, España y Portugal se reunieron en Lima, Perú, para buscar los mecanismos de acuerdo para integrar en tiempo real la información de comercio exterior.

Fue durante la 41° Asamblea General de la Asociación Internacional de Agentes Profesionales de Aduana (Asapra). Allí, el secretario general de la Organización Mundial de Aduanas (OMA), el japonés Kunio Mikuriya, sostuvo que las autoridades aduaneras deben cooperar con el sector privado para crear una red global que permita el ahorro de los extracostos, facilite el intercambio de mercaderías y, a la vez, garantice la seguridad de las operaciones.