Llegó un momento en el Mercosur donde las acciones hay que evaluarlas más por su contenido simbólico que por su magnitud.
En este contexto, el anuncio de la creación de un fondo bilateral (entre Brasil y la Argentina) por 100 millones de dólares para financiar empresas argentinas dedicadas a la tecnología tiene el siguiente significado: una nueva apuesta por la convergencia entre los dos socios más importantes del bloque sudamericano.
Los fondos serán inyectados por el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Brasil (Bndes), y las bancas Nación (BNA) y de Inversión y Comercio Exterior (BICE) de la Argentina.
El Bndes ha demostrado su poderío desarrollista y de inversión en Brasil, algo de lo que la Argentina adolece. Pero es una decisión estratégica de Brasil la de apoyar el desarrollo de las empresas argentinas.
La participación del Bndes llega tras la demora de la instrumentación y puesta en marcha del Banco del Sur, una institución financiera ideada para dar créditos a las empresas del Mercosur.
El contenido de este tipo de anuncios es, en definitiva, simbólico por dos razones.
La primera, demuestra que el Mercosur está vivo y apuesta a la diversificación de exportaciones y al agregado de valor de la oferta exportable.
La segunda, es una prueba de que los conflictos comerciales entre los principales socios del Mercosur –que no representan más del 6% del intercambio bilateral- tienen más entidad mediática que en la economía real.
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