lunes, 25 de octubre de 2010

La década de América latina

Mientras usted lee estas líneas América latina está siendo protagonista de un fenómeno histórico: la fortaleza de sus monedas frente a un dólar debilitado.

¿Qué explica este fenómeno? Descartadas las explicaciones macroeconómicas monocausales –y con cierto reduccionismo también- lo cierto es que las administraciones latinoamericanas hicieron muy bien los deberes y cuidaron mucho sus cuentas respecto de un Estados Unidos que hizo todo lo contrario.

Asimismo, toda vez que el dólar se va debilitando, los precios de las materias primas agrícolas (soja, maíz, trigo), industriales (cobre) y minerales (mineral de hierro) suben. Lo cual no deja de ser una excelente noticia para un subcontinente que tiene en su cartera estos commodities, aspirados por economías como las asiáticas que poco sintieron la crisis.

La duda de los “inversores” -más bien, los especuladores de los mercados que rondan husmeando por los activos cuyos precios hayan caído para comprar barato- es si esta situación es coyuntural, o llegó para quedarse por lo menos por un tiempo.

Los tomadores de decisiones -de las estratégicas, no de las oportunistas- se inclinan por la presunción de que la presente década “va a ser la de América latina”.

¿Qué sostiene esta premisa? Que las grandes olas de crecimiento sostenido vendrá por el lado de los mercados latinoamericanos, y por otra gran región olvidada: Africa.

Estados Unidos y Europa, en los próximos años, tendrán un crecimiento muy bajo, según sostienen los analistas. Europa podría estar más complicada aún: acostumbrados sus habitantes a un sistema de pensiones de “primer mundo” con jubilaciones a edades más tempranas, con una muy baja tasa de natalidad (menos trabajadores aportantes al régimen) y encima con una política migratoria restrictiva (menos trabajadores, en general), está frente a la necesidad de un mega ajuste estructural galopante.

Esto no es bueno para los que tienen a Europa como principal cliente de sus exportaciones. Los mercados latinoamericanos han aprendido que “varios huevos en varias canastas” en la mejor estrategia para no sufrir las oscilaciones violentas de las crisis externas.

La vinculación creciente de América latina a las economías asiáticas fue un aliciente en la crisis, y permitió fuertes tasas de crecimiento. No pocos economistas especulan con que así como Inglaterra “desarrolló” economías como la argentina a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, China hará lo propio en el siglo XXI.

Si las cuentas están en orden, si no se descuida, sobre todo, las políticas sociales (que distinguen también este presente latinoamericano), y si se capitaliza la experiencia para lograr advertir una posible repetición de errores pasados, nada parece poder quitarle a América latina su rol protagónico en esta presente década, y en las próximas.

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