jueves, 28 de octubre de 2010

Brasil y su segunda ola de exportaciones

Brasil ascendió al 8° lugar en el concierto de naciones más poderosas. Se dijo mucho de su creciente papel de líder global y su rol entre los emergentes. Y una mirada detallada de su comercio exterior sorprende y convalida este ascenso sostenido de la principal economía latinoamericana.

Entre enero y septiembre, las exportaciones de Brasil a sus vecinos regionales crecieron un 40%, una cifra por demás sorprendente.

Mientras el análisis económico tradicional señala que América latina es “fábrica” de commodities, hecho que le permitió sortear exitosamente la crisis de 2009 a partir de la acumulación de reservas generadas con la exportación de materias primas a altos precios, Brasil responde con argumentos más bien industriales.

Sucede que los envíos que hizo en la región tuvieron un fuerte basamento en la industria automotriz, que pasó de ventas por 3900 millones de dólares entre enero y septiembre de 2009 a exportaciones por 7400 millones en el mismo período de este año.

La poderosa industria automotriz brasileña–hay que aclararlo- tiene con la Argentina un modelo de complementación e integración productiva: por ejemplo, Brasil fabrica más volumen de autos chicos y la Argentina fabrica menos, pero de autos de más valor y más grandes (el Corolla de Toyota en Brasil; la Hilux en la Argentina).

En tanto, las ventas externas regionales de maquinaria y herramientas pasó en el mismo período de 2400 millones a 4200 millones y las previsiones brasileñas indican que cerrarán 2010 con ventas totales por una cifra muy cercana a los 200.000 millones de dólares.

América latina es, para Brasil, el mejor terreno de ensayo de su amada política industrialista. Mientras la región convalida su potencial, Brasil se prepara para una segunda ola de exportaciones –globales esta vez- con la que busca revertir un papel que parece predestinado a las economías latinoamericanas: las exportaciones de materias primas y la importación de manufacturas industriales.

lunes, 25 de octubre de 2010

La década de América latina

Mientras usted lee estas líneas América latina está siendo protagonista de un fenómeno histórico: la fortaleza de sus monedas frente a un dólar debilitado.

¿Qué explica este fenómeno? Descartadas las explicaciones macroeconómicas monocausales –y con cierto reduccionismo también- lo cierto es que las administraciones latinoamericanas hicieron muy bien los deberes y cuidaron mucho sus cuentas respecto de un Estados Unidos que hizo todo lo contrario.

Asimismo, toda vez que el dólar se va debilitando, los precios de las materias primas agrícolas (soja, maíz, trigo), industriales (cobre) y minerales (mineral de hierro) suben. Lo cual no deja de ser una excelente noticia para un subcontinente que tiene en su cartera estos commodities, aspirados por economías como las asiáticas que poco sintieron la crisis.

La duda de los “inversores” -más bien, los especuladores de los mercados que rondan husmeando por los activos cuyos precios hayan caído para comprar barato- es si esta situación es coyuntural, o llegó para quedarse por lo menos por un tiempo.

Los tomadores de decisiones -de las estratégicas, no de las oportunistas- se inclinan por la presunción de que la presente década “va a ser la de América latina”.

¿Qué sostiene esta premisa? Que las grandes olas de crecimiento sostenido vendrá por el lado de los mercados latinoamericanos, y por otra gran región olvidada: Africa.

Estados Unidos y Europa, en los próximos años, tendrán un crecimiento muy bajo, según sostienen los analistas. Europa podría estar más complicada aún: acostumbrados sus habitantes a un sistema de pensiones de “primer mundo” con jubilaciones a edades más tempranas, con una muy baja tasa de natalidad (menos trabajadores aportantes al régimen) y encima con una política migratoria restrictiva (menos trabajadores, en general), está frente a la necesidad de un mega ajuste estructural galopante.

Esto no es bueno para los que tienen a Europa como principal cliente de sus exportaciones. Los mercados latinoamericanos han aprendido que “varios huevos en varias canastas” en la mejor estrategia para no sufrir las oscilaciones violentas de las crisis externas.

La vinculación creciente de América latina a las economías asiáticas fue un aliciente en la crisis, y permitió fuertes tasas de crecimiento. No pocos economistas especulan con que así como Inglaterra “desarrolló” economías como la argentina a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, China hará lo propio en el siglo XXI.

Si las cuentas están en orden, si no se descuida, sobre todo, las políticas sociales (que distinguen también este presente latinoamericano), y si se capitaliza la experiencia para lograr advertir una posible repetición de errores pasados, nada parece poder quitarle a América latina su rol protagónico en esta presente década, y en las próximas.

jueves, 21 de octubre de 2010

El rol de las agencias de promoción de exportaciones

¿Cómo convencer a los distintos parlamentos de que reservar una partida dentro del presupuesto para las tareas de promoción de exportaciones es una inversión rentable?
Esta pregunta suele desvelar a los titulares de las agencias de exportación, que año tras año, deben refrendar sus argumentos sobre por qué es importante promover los productos argentinos en terceros mercados.
Es que para quien está en el tema del comercio exterior, es una verdad inobjetable que hay que diferenciar las ventas, buscar más mercados, “desprimarizar” las exportaciones, buscar clientes que aprecien el nivel de valor agregado que tiene la oferta propia, buscar esos nichos que por tamaño de mercado o por cultura son “desatendidos” por las grandes máquinas exportadoras mundiales.
Aún así, para el común de la población, exportar es un verbo lejano. Lo que hace que “promover” esa exportación sea algo todavía más lejano.
Consciente de la necesidad que tienen las economías latinoamericanas de desarrollar sus economías invirtiendo en innovación y tecnología para desarrollar productos con marca, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) se propuso analizar el impacto que tienen las agencias de promoción de exportaciones latinoamericanas y cómo impacta, precisamente, en la performance exportadora.
Lo más interesante del estudio, realizado por Christian Volpe, fue notar cómo cada agencia se adapta el entramado productivo y empresarial de su país, y cómo otras se comportan de manera un tanto más espasmódica mientras recorren el camino hacia una coordinación más eficiente de sus esfuerzos de promoción.
“Los organismos de exportación de Chile, México, Colombia y Costa Rica tienen representaciones propias en el extranjero, mientras que otros países como Argentina, Perú y Uruguay recurren a sus respectivas embajadas y consulados. La apertura de una oficina de promoción de las exportaciones en el extranjero se traduce en un aumento de las exportaciones 5,5 veces mayor que el establecimiento de una nueva embajada o un consulado a cargo de esa tarea”.
Esta observación está incluida en el libro “Odisea en los mercados internacionales”, que se presentará en Buenos Aires el 2 de noviembre, en la sede del BID.
Volpe señala que en promedio los organismos de exportación de la región han generado exportaciones adicionales en 47 sectores económicos, mientras que las representaciones diplomáticas en el extranjero lo hicieron en sólo 12 sectores.
“Esto es especialmente cierto para productos con valor agregado, tales como zapatos o maquinaria especializada”, agrega el informe.
Confirmada entonces la eficiencia de las agencias de promoción de exportaciones en su función de “trampolín” hacia terceros mercados de las empresas (sobre todo, de las pequeñas y medianas), el BID evaluó resultados entre 2000 y 2007 en las tareas de difusión de productos que realizaron los organismos de Perú, Costa Rica, Uruguay, Chile, Argentina y Colombia.
En Perú, por ejemplo, la tasa de crecimiento de las exportaciones fue 17% más alta para las empresas que contaron con la asistencia de Prompex/Promperú. En Costa Rica, a su vez, las empresas que venden productos más sofisticados en el extranjero y que recibieron asistencia de Procomer mostraron tasas de crecimiento de las exportaciones y del número de países de destino 15% y 8%, respectivamente. Asimismo, en la Argentina, las pequeñas empresas que recibieron apoyo por primera vez registraron, en promedio, tasas de crecimiento de sus exportaciones 14% mayores.

jueves, 7 de octubre de 2010

Crecen los puertos de la región

Existen varios termómetros para medir la evolución económica de un país: variaciones en los índices de empleo; expectativas de inversiones y de los consumidores; niveles de stock y reposición de las grandes empresas de consumo masivo; ventas de autos…

Cuando se trata del comercio exterior, los puertos son el “mercurio” del intercambio entre los países. Recientemente, la Comisión Económica para América Latina (Cepal) presentó su informe sobre la evolución en el movimiento de los 80 principales puertos de contenedores.

De allí se desprende que la operación portuaria creció un 18,2% en el primer semestre de 2010 respecto de igual período de 2009. Y por si hubiera que “desestacionalizar” el indicador a propósito de la crisis mundial, el movimiento en relación con 2008 creció también, un 9,6%.

El índice que elabora la Cepal pondera las 80 principales terminales de contenedores latinoamericanas. Vale la pena aclarar que no todas tienen el mismo grado de eficiencia en operación portuaria en sí (antigüedad, número y tipo de grúas, que son las responsables de darle agilidad a la carga y descarga de buques) y de infraestructura de accesos terrestres y marítimos a las terminales.

Muchos puertos, sobre todos los de Brasil, demuestran en la actualidad peligrosos índices de congestión producto de un crecimiento económico más veloz que el de la infraestructura. Esto encarece el comercio de Brasil al hacer más lento los movimientos portuarios.

De hecho, Santos, que supo ser el líder portuario latinoamericano, fue superado por primera vez por los puestos de Panamá, tanto los del Pacífico como los del Atlántico. Estas terminales reflejan un buen número de movimientos a propósito del Canal que vincula el comercio entre Asia y la costa este de los Estados Unidos, e incluso entre las costas norteamericanas entre sí.

Las caídas en la actividad portuaria de Chile, por ejemplo, obedece al terremoto de febrero último. En otros casos, por la congestión de buques, o por la evolución económica interna, muy variable entre los países de América latina. Y otros crecen porque le “roban” carga a puertos vecinos, como pasó en los casos del brasileño Itajaí, el peruano Callao, el mexicano Manzanillo o el ecuatoriano de Guayaquil.

Los puertos panameños Colón y Balboa ocupan el primer y segundo lugar, respectivamente, con una variación del 11,5% para el primero y 33,6% para el segundo. Entre los dos operaron en los primeros seis meses de 2010 más de 2,4 millones de TEU, la unidad de medida que equivale a un contenedor de 20 pies.

En tercer lugar se ubica el brasileño Santos, que pese a mover un 1,2 millón de TEU y haber crecido un 17%, resignó su primer lugar. En cuarto lugar, con 800.000 TEU, aparece el puerto de Kingston, Jamaica. En este caso, no es tanto por el “comercio exterior” de Jamaica, sino por la decisión de las navieras de usar este puerto para los transbordos, por su excelente ubicación geográfica que permite una planificación más eficiente de los servicios.

El top ten se completa así: Cartagena, Colombia (10,5% de crecimiento); Manzanillo, México (38,9%); Callao, Perú (14,9%); Buenos Aires, Argentina (23,7%), y Guayaquil, Ecuador (73,3%).